jueves, 5 de agosto de 2010

CESAR VALLEJO; POESÍA.

CESAR VALLEJO; POESÍA.



LOS HERALDOS NEGROS.

Hay golpes en la vida, tan fuertes…Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
La resaca de todo lo sufrido
Se empozara en el alma… yo no se!

Son pocos, pero son… abren zanjas oscuras
En el rostro mas fiero y en el lomo mas fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
O los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
De alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
De algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos como
Cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
Vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
Se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… yo no sé!



BORDAS DE HIELO.

Vengo a verte pasar todos los días,
Vaporcito encantado siempre lejos…
Tus ojos son dos rubios capitanes;
Tu labio es un brevísimo pañuelo
Rojo que ondea en un adiós de sangre!

Vengo a verte pasar; hasta que un día,
Embriagada de tiempo y de crueldad,
Vaporcito encantado siempre lejos,
La estrella de la tarde partirá!

Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
De mujer que paso!
Tus fríos capitanes darán orden;
Y quien habrá partido seré yo…



EL POETA Y SU AMADA.

Amada, esta noche tú te has crucificado
Sobre los dos maderos curvados de mi beso;
Y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
Y que hay un viernesanto más dulce que ese beso

En esta noche rara que tanto me has mirado,
La muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de septiembre se ha oficiado
Mi segunda caída y el más humano beso.

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
Se ira sacando a pausas nuestra excelsa amargura;
Y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.

Y ya no habrán reproches en tus ojos benditos;
Ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
Los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.



AVESTRUZ.

Melancolía, saca tu dulce pico ya;
No cebes tus ayunos en mis trigos de luz.
Melancolía basta! Cual beben tus puñales
La sangre que extranjera mi sanguijuela azul!

No acabes el maná de mujer que ha bajado;
Yo quiero que de él nazca mañana alguna cruz,
Mañana que no tenga yo a quien volver los ojos,
Cuando abra su gran O de burla el ataúd.

Mi corazón es tiesto regado de amargura;
Hay otros viejos pájaros que pastan dentro de él…
Melancolía, deja de secarme la vida
Y desnuda tu labio de mujer…!



PIEDRA NEGRA SOBRE UNA
PIEDRA BLANCA.

Me moriré en París con aguacero,
Un día del cual ya tengo el recuerdo.
Me moriré en París –y no me corro-
Tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
Estos versos, los húmeros me he puesto
A la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
Con todo mi camino, a verme solo.

Cesar Vallejo ha muerto, le pegaban
Todos sin que él les haga nada;
Le daban duro con un palo y duro

También con una soga; son testigos
Los días jueves y los huesos húmeros,
La soledad, la lluvia, los caminos…



CONSIDERANDO EN FRIÓ,
IMPARCIALMENTE…

Considerando en frió, imparcialmente,
Que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
Se complace en su pecho colorado;
Que lo único que hace es componerse
De días;
Que es lóbrego mamífero y se peina…

Considerando
Que el hombre procede suavemente del trabajo
Y repercute jefe, suena subordinado;
Que el diagrama del tiempo
Es constante diorama en sus medallas
Y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
Desde lejanos tiempos,
Su formula famélica de masas…

Comprendiendo sin esfuerzo
Que el hombre se queda, a veces, pensando,
Como queriendo llorar,
Y, sujeto a tenderse como objeto,
Se hace buen carpintero, suda, mata,
Y luego canta, almuerza, se abotona…

Examinando, en fin,
Sus encontradas piezas, su retrete
Su desesperación, al terminar su día atroz,
Borrándolo…

Considerando también
Que el hombre es en verdad un animal
Y, no obstante, al voltear, me da con
Su triste cabeza…

Comprendiendo
Que él sabe lo que quiero,
Que le odio con afecto y me es, en suma,
Indiferente…

Considerando sus documentos generales
Y que mirando con lentes aquel certificado
Que prueba que nació muy pequeñito…

Le hago una seña,
Viene,
Y le doy un abrazo, emocionado,
¡Que mas da! Emocionado…
Emocionado…



HOY ME GUSTA LA VIDA
MUCHO MENOS…

Hoy me gusta la vidas mucho menos,
Pero siempre me gusta vivir: ya lo decía.
Casi toque la parte de mi todo y me contuve
Con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.

Hoy me palpo el mentón en retirada
Y en esos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tanta vida y jamás!
¡Tantos años y siempre mis semanas!...
Mis padreas enterrados con su piedra
Y su triste estirón que no ha acabado;
De cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
Y, en fin, mi ser parado y en chaleco.

Me gusta la vida enormemente
Pero, desde luego,
Con mi muerte querida y mi café
Y viendo los castaños frondosos de París
Y diciendo:
Es un ojo este, aquel, una frente esta,
Aquella… Y repitiendo:
¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!

Dije chaleco, dije
Todo, parte, ansia, dije casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital
Que queda al lado
Y está bien y está mal haber mirado
De abajo hacia arriba mi organismo.
Me gusta vivir siempre, así fuese de barriga,
Porque, como iba diciendo y lo repito,
¡Tanta vida y jamás! ¡Y tantos años,
Y siempre, mucho siempre, siempre siempre!



HASTA EL DÍA EN QUE VUELVA
DE ESTA PIEDRA…

Hasta el día en que vuelva de esta piedra
Nacerá mi talón definitivo,
Con su juego de crímenes, su yedra,
Su obstinación dramática, su olivo.

Hasta el día en que vuelva, prosiguiendo,
Con franca rectitud de cojo amargo,
De pozo en pozo, mi periplo, entiendo
Que el hombre ha de ser bueno, sin embargo.

Hasta el día en que vuelva y hasta que ande
El animal que soy, entre sus jueces,
Nuestro bravo meñique será grande,
Digno, infinito dedo entre los dedos.



EN EL MOMENTO EN QUE
EL TENISTA…

En el momento en que el tenista lanza
Magistralmente su bala,
Le posee una inocencia totalmente animal;

En el momento
En que el filósofo sorprende con una nueva verdad,
Es una bestia completa.
Anatole France afirmaba
Que el sentimiento religioso
Es la función de un órgano especial del cuerpo humano,
Hasta ahora ignorado y se podría
Decir también, entonces,
Que, en el momento exacto en que un tal órgano

Funciona plenamente,
Tan puro de malicia esta el creyente,
Que se diría casi un vegetal.
¡Oh alma! ¡Oh pensamiento! ¡Oh Marx!
¡Oh Feûerbach!


XIII.

Pienso en tu sexo.
Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,
Ante el hijar maduro del día.
Palpo el botón de dicha, esta en sazón.
Y muere un sentimiento antiguo
Degenerado en seso.

Pienso en tu sexo, surco más prolífico
Y armonioso que el vientre de la sombra,
Aunque la Muerte concibe y pare
De Dios mismo.
Oh conciencia,
Pienso, sí, en el bruto libre
Que goza donde quiere, donde puede.
Oh, escándalo de miel de los crepúsculos.
Oh estruendo mudo.

¡Odumodneurtse!



VERANO.

Verano, ya me voy. Y me dan pena
Las manitas sumisas de tus tardes.
Llagas devotamente; llegas viejo;
Y ya no encontraras en mi alma a nadie.

Verano! Y pasaras por mis balcones
Con gran rosario de amatistas y oros,
Como un obispo triste que llegara
De lejos a buscar y bendecir
Los rotos aros de unos muertos novios.

Verano ya me voy. Allá, en septiembre
Tengo una rosa que te encargo mucho;
La regaras de agua bendita todos
Los días de pecado y de sepulcro.

Si a fuerza de llorar el mausoleo,
Con luz de fe su mármol aletea,
Levanta en alto tu respondo, y pide
A Dios que siga para siempre muerta.
Todo ha de ser ya tarde;
Y tú no encontraras en mi alma a nadie.

Ya no llores, Verano! En aquel surco
Muere una rosa que renace mucho…



SEPTIEMBRE.

Aquella noche de setiembre, fuiste
Tan buena para mi… hasta dolerme!
Yo no se lo demás; y para eso,
No debiste ser buena, no debiste.

Aquella noche sollozaste al verme
Hermético y tirano, enfermo y triste.
Yo no se lo demás… y para eso,
Yo no se por que fui triste… tan triste…!

Solo esa noche de setiembre dulce,
Tuve a tus ojos de Magdala, toda
La distancia de Dios… y te fui dulce!

Y también fue una noche de setiembre
Cuando sembré en tus brasas, desde un auto,
Los charcos de esta noche de diciembre.



HECES.

Esta tarde llueve, como nunca; y no
Tengo ganas de vivir corazón.

Esta tarde es dulce. Por que no ha de ser?
Viste gracia y pena; viste de mujer.

Esta tarde en Lima llueve. Y yo recuerdo
Las cavernas crueles de mi ingratitud;
Mi bloque de hielo sobre su amapola,
Mas fuerte que su “No seas así!”

Mis violentas flores negras; y la bárbara
Y enorme pedrada; y el trecho glacial.
Y pondrá el silencio de su dignidad
Con oleos quemantes el punto final.

Por eso esta tarde, como nunca, voy
Con ese buho, con este corazón.

Y otras pasan; y viéndome tan triste,
Toman un poquito de ti
En la abrupta arruga de mi hondo dolor.

Esta tarde llueve, llueve mucho. ¡Y no
Tengo ganas de vivir, corazón!



DESHORA.

Pureza amada, que mis ojos nunca
Llegaron a gozar. Pureza absurda!

Yo se que estabas en la carne de un día,
Cuando yo hilaba aun mi embrión de vida.

Pureza en falda neutra de colegio;
Y leche azul dentro del trigo tierno

A la tarde de lluvia, cuando el alma
Ha roto su puñal de retirada,

Cuando ha cuajado en no se que probeta
Sin contenido una insolente piedra,

Cuando hay gente contenta; y cuando lloran
Parpados ciegos en purpúreas bordas.

Oh, pureza que nunca ni un recado
Me dejaste, al partir del triste barro

Ni una migaja de tu voz; ni un nervio
De tu convite heroico de luceros.

Alejaos de mi, buenas maldades,
Dulces bocas picantes…

Yo la recuerdo al veros ¡oh, mujeres!
Pues de la vida en la perenne tarde,
Nació muy poco ¡pero mucho muere!



LAS PIEDRAS.

Esta mañana baje
A las piedras ¡oh las piedras!
Y motivé y troquilé
Un pugilato de piedras.

Madre nuestra, si mis pasos
En el mundo hacen doler,
Es que son los fogonazos
De un absurdo amanecer.

Las piedras no ofenden; nada
Codician. Tan solo piden
Amor a todos, y piden
Amor aun a la Nada.

Y si algunas de ellas se
Van cabizbajas, o van
Avergonzadas, es que
Algo de humano harán…

Más, no falta quien a alguna
Por puro gusto golpee.
Tal, blanca piedra es la luna
Que voló de un puntapié…

Madre nuestra, esta mañana
Me he corrido con las hiedras,
Al ver la azul caravana
De las piedras,
De las piedras,
De las piedras…

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